lunes, 13 de noviembre de 2023

EL DEMONIO DEL ALOCHOL

 Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia.

EL DEMONIO DEL ALCOHOL

Cuando la gente me mira, ve a mi hermano: esas son las palabras que me han hecho reaccionar. Mucho tiempo hace desde que no he bajado

de mi ardiente montaña, de mi ceniza colina para declamar dulces palabras e hiperbólicos versos en los oídos de las gentes. He superado

el amor propio hasta el punto en el que lo he vuelto un refrán; y no hay palabras de odio que puedan descoser este mi vestido, o al menos

eso pensaba. Me he descubierto como un ser irracional que todavía lucha por una superioridad moral infundada, con miedos e incertidumbres.

Es cierto también, que he observado como el musgo de mi debilidad se deshacía dando paso a la roca desnuda; como cada vez dudo menos de

tener que dudar. Mi traje lleva tiempo confeccionado, esto no es nada nuevo. Los hilos negros y dorados de lágrimas y sufrimiento son el oscuro

velo con el que me cubro para deambular por las oscuras calles de la ciudad. Observando, como un loco fuera de lugar, el caminar de las personas y

procurando desvelar en sus pasos sus más íntimos secretos. Tan oscuro soy, que me he hecho uno con la noche. Pues la luna cubre mi paso y las estrellas

reflejan mis cabellos marrones descoloridos y mi oblonga silueta. No tengo miedo de morir, pues soy Dios, y hace poco que lo he descubierto. Solo lo

que mis manos no pueden alcanzar, esta fuera de mi alcance; solo lo que esta fuera de mi alcance, algún día pasará a ser mío. Aún a todo esto hay una

verdad. Una realidad ineludible que tiene que ver con mis dientes de tiburón malformes y ocultos. Cuando la gente me mira, ve a mi hermano: Cuando la gente ve

a mi hermano me mira; cuando la gente mira a mi hermana, me veen. ¿Y que es lo que ven? Yo no necesito de mi azabache traje ni vestirlo para sentir que lo tengo,

pues son mias las sangres que le dieron forma, y negros los anhelos que me llevaron a diseñarlo; no necesito saber que soy para serlo. Yo no soy el guardián de mi

hermano, no soy el thalmos, no soy ninguno de los nombres que me haya podido poner en esta mi mayor actuación. Por ser, no soy ni los trozos del corazón que me

has roto, Afrodita, porque ahora me he dado cuenta de que no tengo corazón. ¿Que es aquello que rompía una y otra vez entonces? ¿Que me hacia llorar? ¿Que sentir triste?

Es otra de las preguntas que pretendo contestar. Yo diría que la ilusión; yo diría que la expectativa. Solo ahora, que me encuentro investigando las palabras

del ángel de Dios, y que este me baña con el rojo de su espada flamígera he podido diluir una vez más la verdad; es así como otra vez una sombra de un

pájaro sin alas es la razón para expulsar a este espantapájaros del maizal. Adelfa; tú serás mi


protegida. Adelfa; tú serás la salvada.  En mi corazón hay espacio

para ti, claro que si, te salvaré. No estoy enfadado, solo muy enfadado. Sinceramente no. Sinceramente estoy cansado, pero acabo de empezar todo esto. Pero

aunque acabe de empezar y esté cansado, yo no me voy a rendir. Voy a sacarme adelante a mí y a salvar a mi hermana pequeña, el resto es polvo y aire.

Las casualidades de un juego de dados sumado a gladiador, Máximo Meridio, y yo que pretendo hacerme un nombre cabalgo el viento

Mis pensamientos quizá erráticos son equivalentes a las palabras que muerden mis labios cuando la situación me tilda de incapaz de actuar.

¿Que es lo que debe pensar que merece en forma de amor alguien que jamás lo ha recibido? Me siento identificado con la gran guerrera rubia de ojos zafiro,

porque yo ansío por encima de todo el amor de mi madre, y aunque odio su manera de ser, soy su copia y abogado. Somos esclavos. Perros

atados con correa a un palo, el elefante encarcelado a la estaca de la fábula. Con un potencial poder subyugado por la ira de los demás... Debo decir

que no conozco si el genoma puede jugar realmente un papel tan determinante en el carácter, pero creo poder decir sin miedo

a equivocarme que el carácter exuberante, extravagante y curioso de mi familia materna ha propiciado que conozca el dolor antes de tiempo; y aun así lo

he conocido de forma tardía, aunque no tanto como para perderme sinceramente en la opinión del gentío. Y es por ello que seré capaz de subsistir en

este mi terreno como un ente tardíamente conocido como capaz, y hacer de este carácter potencial una auténtica arma de etiqueta nuclear. Pero yo no deseo utilizarla

como arma de destrucción masiva; pues en verdad os digo que yo no deseo cualquier cosa que no sea la unidad entre todos nosotros, ni la pasividad del ser por

algo que no sea la aceptación y reconversión de la violencia como un nombre posible y debatible entre todos nosotros, usuarios de violencia, tan inherente al ser como

el Dios de Israel. No repetiré esto pero lo diré; y es que voy a proteger del humilde cacique del mal: y es que este se ve tan sobrepasado por su naturaleza

bondadosa por su propio carácter, que no puede hacer sino sufrir y delegar en este el emisor de tantas palabras que han podido protegerle en un momento dado.

Es quizá el momento de confesar textualmente una de las realidades mas sobrecogedoras de mi cabeza, una tan real y terrible que he procurado enterrarla en miles de toneladas

de tierra, en un agujero abisal; pero que aun así logra alcanzarme fugazmente cada vez que así lo decide: Mi doble personalidad. Creo que esto nació cuando mis

padres me enviaron a un internado en Murcia, y fue creado para protegerme de todos esos comportamientos que lógicamente no lograba entender, pero que inevitablemente

decidían la calidad de mi estadía en aquel lugar... Pensándolo mejor; recuerdo ser un niño y aliarme con los dos chavales que más tarde me acosarían para ACOSAR a otro niño

sin nada que ver en este problema de dos contra uno... No puedo revelar el último secreto; porque aun soy débil para textualizarlo, pero ciertamente, este problema se

ha desarrollado en mi desde que era un niño. Cuando crecí y me hice consciente de este hecho, traté de valorarlos; y aún a día de hoy trato de entender ambos perfiles

y comprender cual es el más adecuado para vivir: y aun así, estos dos personajes que he bautizado como "el excomulgado" y "el anciano" toman el control de la situación cualesquiera

sean mis intenciones... Pese a esto, debo recalcar que he llevado a cabo un gran trabajo en el control de este suceso; que deriva en la vida real en acontecimientos

tangibles y que debo decir, no son nada agradables. Cada vez pierdo menos el control, y si pierdo el control, puedo aprender rápidamente del error para corregirlo en un futuro.

Aún así no han terminado mis fechorías, no han concluido mis oscuras ambiciones de dominio interpersonal totalmente frustradas, como un cachalote que choca una vez

tras otra contra la sima abisal creyendo tener al calamar gigante entre sus fauces... Debo analizarme una vez más una vez haya eliminado la mariguana de mi vida. Entonces

quizá alcance alguna verdad más plausible y concreta con la que poder trabajar. ¿Puedo dejar de empatizar con lo que no empatizo? ¿Puedo dejar de ser un perro lameculos? Debo hacerlo

sin atenerme a las consecuencias; como uno de los profetas de Jehová, como un ser libre e individual. Es momento de hablar de Psique, mi amiga de la infancia; una chica a la

que amaba sin necesidad de estar con ella porque era tan perfecta y simpática que no necesitaba más. En estos tiempos que corren esto parece realmente inverosímil, pero

yo que disto de aceptar la opinión de los demás voy a experimentar este dulce néctar una vez más. Porque ciertamente era dulce, y hacia aliviar no solo mis pesares, sino los

de esta llamada Psique. Recuerdo que cuando éramos niños, reíamos de unas bromas de un programa de la tele. La amé pero no la quise. Es extraño... Aunque hay veces que pienso

que mi corazón no pertenece al reino de las mujeres, solo lo creo porque exhausto no se que más poder hacer para estar con una. Sin embargo, aunque esto sea algo maravilloso,

catártico incluso, no debe de ser buscado de forma directa. Debo una vez más interesarme por mis estudios y  curiosidad antes que de cultivar directamente relaciones. No se que me

ha estado sucediendo estos días, quizá por eso dejé de escribir diariamente; porque no es duro como trabajo físico; sino que lo es como uno mental. No podría describir exactamente

por qué, pero me colma de alegría a la vez que de tristeza redactar estos textos. Mi sentido de la culpa cristiano hace que haga del cambio un problema, cuando el cambio es

cambio. Me he negado tantas veces por pensar que aún había algo que podía hacer, algo que necesitaba hacerse o simplemente porque pensaba que hubo algo que no pude hacer. Pero

todos esos eran mis demonios prejuiciosos negándose a admitir que la novedad, que el cambio, había alcanzado las costas de mi familia. Que una vez más, lo había hecho. Este

pacto que he hecho con Jehová, con mi propio Jehová, es la de ser nazareo hasta que pueda admitir de forma concluyente que soy feliz. Creo en el nazareo en todas sus vertientes

menos en la de no poder acercarse a los muertos... Sin embargo, la no embriaguez y el pelo largo en señal de santidad eran dos aspectos que casaban ciertamente con la estética

que describiría como imitación del orador sin "fronesis" y un barco que ha vuelto al mar. Veremos que es lo que sucede, pero esa es mi idea por el momento, y aun así el ser

nazareo no es algo uniocasional, por lo que sin miedo pasaría navaja por mi cabeza si tuviera que tocar a algún familiar muerto. Chocolate y agua, esa es mi receta contra el néctar

embriagador de la ginebra; me estoy despidiendo, lo estoy haciendo. Odio este sentimiento cada vez más, menos mal que me he hinchado y rehinchado, pero ahora que me conozco a mi

mismo, le tengo miedo a los demás y a sus decisiones... Que malas son las drogas... te sientan genial, pero cuando se acaban son la peor sensación del mundo, son lo peor que te pudiera

pasar de lejos... Quizá soy capaz de entender a quienes toman terribles decisiones en este estado, porque yo soy uno de ellos. Pero al final de cuentas quien soy, sino un imbécil embriagador

, un perfumado cavernícola que se dispone a probar una vez más las aguas del mar.

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