Histocast –SXVIII-
CAGADAS NAVALES
Curiosidades: Hay más de mil barcos naufragados en el Cabo
de Hornos. La costumbre de ponerse un pendiente en la oreja (por aquel
entonces) era un símbolo de que habías cruzado el Cabo de Hornos; cuantos más
llevara la persona, más veces lo habría cruzado (solo así se te consideraba un
“marinero”). Costas de Rusia: Mar Negro (controlado por Turquía) Mar Báltico
(controlado por Dinamarca) y el Pacífico (el puerto de Vladivostok es un
puerto de verano)
VICEALMIRANTE ROZHESTVENSKY
CONTEXTO: GUERRA RUSO-JAPONESA (1904-1905)
Todo esto se fragua durante el comienzo de la guerra
Ruso-japonesa; más concretamente en la guerra del mar Amarillo, en 1904. Los
japoneses en un ataque por sorpresa han tomado Port Artur, el actual Lushunkou,
y han ejercido un bloqueo a los rusos. La importancia de esta actuación es
mayúscula porque justo en las aguas de este puerto se encuentra la Flota rusa
del Pacífico (una flota no muy grande pero eficaz). El zar Alejandro Romanov,
ante esto, decide mandar a toda la artillería rusa del Báltico con la orden de
ofrecer apoyo y deshacer el bloqueo (una flota no más moderna que la del
Pacífico) y estos bajo la directriz del Almirante Rozhestvensky ponen marcha a
un viaje que les llevará a recorrer unas aproximadas 20.000 millas (unos 32186
kilómetros)
El Almirante Rozhestvensky tenía buena fama entre los
oficiales rusos; era apodado perro loco debido a su dureza para con los hombres
bajo su mando. Aun así, pese a la capacidad aparente de este personaje, la flota
del Báltico estaba prácticamente situada de forma estratégica y fue cuando se
recibió la orden que las operaciones militares fueron reanudadas por esta
célula. Otros problemas relacionados con esto fueron: la baja moral de los
hombres (el ejército ruso no pasaba por el mejor de sus momentos, esto se hará
inmanente durante el próximo declive del imperio Ruso)y el pobre entrenamiento
(no formaban parte de un equipo del que se supusiese que iba a entrar a la
acción). Pese a todo, la flota emprende su marcha desde el Báltico. Comienzan
los problemas.
Los barcos, al tener que emprender un viaje que en principio
sin ser tan largo como acabó siendo, ya era largo de por sí; iban cargados de
carbón. Esto sobrecargaba extraordinariamente estos rudimentarios barcos, y
para evitar zozobrar tuvieron que deshacerse de toda la artillería media
(piezas de 100, 120 mm) quedándose únicamente con la artillería principal. Y a
pesar de esto, era el peso de los barcos tan grande, que Rozhestvensky tuvo que
prohibir que se enarbolara cualquier clase de bandera en el mástil principal
(salvo las justas y necesarias) por miedo a que el viento hiciera peligrar al
navío. Con todos estos inconvenientes, continúan por el Báltico surcando los
estrechos de Dinamarca; cuando alcanzan el Banco Dogger o Doggerbank (Este
nombre proviene de Dogge, una antigua palabra neerlandesa que corresponde al
barco de pesca). El banco Dogger es un gran banco arenoso (acumulación de
grava o arena a lo largo de un litoral o en el lecho de un río), situado
aproximadamente entre Dinamarca y Noruega, conocido por haber sido escenario de
varias batallas navales de la primera guerra mundial y por ser un lugar de
escasa profundidad donde la pesca es abundante, especialmente se práctica aquí
una conocida como “pesca de arrastre”. Pues bien, los vigías de la flota rusa
divisan varias lanchas torpederas japonesas; dan la alarma, se colocan en línea
de combate, y disparan al objetivo hasta haberlo neutralizado. Cuál fue su
sorpresa cuando descubrieron que en realidad habían bombardeado y hundido la
Flota de arrastre británica de Hul, que se encontraba pescando por la zona (se
estima que en total hundieron 48 barcos).
Las repercusiones de este acontecimiento, ahora conocido como incidente
del Dogger, fueron inmensas. Para empezar, este acto fue la comidilla de la
prensa internacional, pero más importante aún fue la reacción del Foreign
Office (Ministerio de Relaciones Exteriores y de la
Mancomunidad de Naciones) que en consecuencia a las crispadas relaciones entre
Gran Bretaña y Rusia estuvo a punto de mandar a la flota británica, la cual se
encontraba en las Islas Orcadas, y entrar en una guerra. Debido a esto, las
relaciones con Gran Bretaña dejaron de ser positivas, y llegarán a firmar un
tratado secreto con Japón en el que se decretaba que los británicos defenderían
las costas japonesas si Rusia llegara a poner un pie en Japón. Pero más a corto
plazo, y en lo referente a la flota de Rozhestvensky, este incidente fue un
motivo de peso para cerrar a la armada el canal de Suez. Además, todos los
puertos neutrales fueron puestos sobre aviso británico, dejando claro que no
debían dejar desembarcar a la flota rusa. Esto plantea un problema logístico
extremo.
Acontecido esto, emprenden
dirección sur hacia el Golfo de Vizcaya rodeando la Cornisa Cantábrica, cuando
Rozhetsvensky recibe un telegrama donde se especifica que desde el almirantazgo
junto con el zar, han estimado que la potencia naval de su flota no es el
suficiente y que por ello le enviarán otra flota de refuerzo(una flota
compuesta a su vez de barcos viejos y sin un valor ante el problema real al que
se enfrentaba Rozhetsvensky). Es entonces que el almirante ordena a la flota
escapar a toda máquina de la flota de refuerzo. Prosiguiendo con su viaje,
bordea Portugal, y a la altura de Tánger se proponen encomendarse al
Mediterráneo con la esperanza de poder pasar por el canal de Suez en una
gestión diplomática de última hora. En este punto, uno de los barcos queda
enredado en un cable submarino, y el capitán del barco decide cortarlo sin
consultarlo con nadie para poder quedar libre. Este cable era el cable de
comunicaciones Europeo-Africano y África quedará incomunicada durante 4 días.
Gran Bretaña en este punto profesa
un odio profundo hacia esta flota, y evidentemente les niegan el paso por el
canal de Suez, por lo que embocan la costa sahariana y prosiguen hasta
prácticamente llegar a las Canarias. Allí, uno de los buques más adelantados de
la flota (el buque taller) avista a tres naves enemigas. Fijan los objetivos, y
les disparan no menos de 300 cañonazos antes de reparar en que se trataban de
un barco mercante Sueco, un barco pesquero Alemán y una goleta Francesa.
La flota continuó su periplo, y
llegados al trópico, Rozhestvensky resolvió que habían de hacer un alto en el
camino durante unos días con el fin de descansar y poner los barcos a punto. El
almirante propone unas maniobras para entrenar a la tripulación y las primeras
de ellas serán con la artillería principal de los barcos. Decidido esto, pasan
una mañana completa disparando a un blanco fijo. Cuando terminada la jornada,
el almirante recibe los resultados de las maniobras por medio de una hoja de
blancos; el número de aciertos sobre el blanco fijado fue de uno.
No contento con esto, decide llevar
a cabo una práctica de torpedos con los destructores. Recordemos ahora la
rapidez con la que se había preparado esta flota bajo unos procedimientos y
protocolos completamente obsoletos. A causa de esto, los destructores no tenían
los libros de códigos actualizados (necesarios para determinar y fijar la profundidad de la ruta y la
dirección de los torpedos) Por lo que únicamente se atreven a realizar una
primera práctica lanzando 7 torpedos, de los cuales uno quedó atascado en el
lanzatorpedos, dos viraron noventa grados obligando a la flota a maniobrar para
evitarlos, dos mantuvieron el rumbo pero no dieron en el blanco y el último de
ellos quedó dando vueltas sin control, emergiendo y sumergiéndose en círculos
durante diez minutos aterrorizando completamente a la tripulación. Acontecido
esto, Rozhestvensky se limitará el resto del trayecto a navegar.
Una vez alcanzadas las
inmediaciones del mar chino recibe un telegrama del zar, que le ordena en el
mismo mensaje destruir a la flota japonesa y volver a Rusia para ser relevado
de su puesto. Este mensaje sumió a Rozhestvensky en una suerte de resignación
melancólica, y los entendidos de entonces aseguran que cayó en un estado de
parálisis depresiva. El resto es historia, los japoneses obtuvieron una
victoria aplastante sobre la flota rusa, y nuestro almirante fue hecho
prisionero y devuelto con presteza a las estancias de Rusia, donde no sufrió
mayor represalia por parte de sus superiores.
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