jueves, 15 de mayo de 2025

Recopilación de episodios históricos legendarios (7/7)

 

Histocast –SXVIII- CAGADAS NAVALES

Curiosidades: Hay más de mil barcos naufragados en el Cabo de Hornos. La costumbre de ponerse un pendiente en la oreja (por aquel entonces) era un símbolo de que habías cruzado el Cabo de Hornos; cuantos más llevara la persona, más veces lo habría cruzado (solo así se te consideraba un “marinero”). Costas de Rusia: Mar Negro (controlado por Turquía) Mar Báltico (controlado por Dinamarca) y el Pacífico (el puerto de Vladivostok es un puerto de verano)

VICEALMIRANTE ROZHESTVENSKY

CONTEXTO: GUERRA RUSO-JAPONESA (1904-1905)

Todo esto se fragua durante el comienzo de la guerra Ruso-japonesa; más concretamente en la guerra del mar Amarillo, en 1904. Los japoneses en un ataque por sorpresa han tomado Port Artur, el actual Lushunkou, y han ejercido un bloqueo a los rusos. La importancia de esta actuación es mayúscula porque justo en las aguas de este puerto se encuentra la Flota rusa del Pacífico (una flota no muy grande pero eficaz). El zar Alejandro Romanov, ante esto, decide mandar a toda la artillería rusa del Báltico con la orden de ofrecer apoyo y deshacer el bloqueo (una flota no más moderna que la del Pacífico) y estos bajo la directriz del Almirante Rozhestvensky ponen marcha a un viaje que les llevará a recorrer unas aproximadas 20.000 millas (unos 32186 kilómetros)

El Almirante Rozhestvensky tenía buena fama entre los oficiales rusos; era apodado perro loco debido a su dureza para con los hombres bajo su mando. Aun así, pese a la capacidad aparente de este personaje, la flota del Báltico estaba prácticamente situada de forma estratégica y fue cuando se recibió la orden que las operaciones militares fueron reanudadas por esta célula. Otros problemas relacionados con esto fueron: la baja moral de los hombres (el ejército ruso no pasaba por el mejor de sus momentos, esto se hará inmanente durante el próximo declive del imperio Ruso)y el pobre entrenamiento (no formaban parte de un equipo del que se supusiese que iba a entrar a la acción). Pese a todo, la flota emprende su marcha desde el Báltico. Comienzan los problemas.

Los barcos, al tener que emprender un viaje que en principio sin ser tan largo como acabó siendo, ya era largo de por sí; iban cargados de carbón. Esto sobrecargaba extraordinariamente estos rudimentarios barcos, y para evitar zozobrar tuvieron que deshacerse de toda la artillería media (piezas de 100, 120 mm) quedándose únicamente con la artillería principal. Y a pesar de esto, era el peso de los barcos tan grande, que Rozhestvensky tuvo que prohibir que se enarbolara cualquier clase de bandera en el mástil principal (salvo las justas y necesarias) por miedo a que el viento hiciera peligrar al navío. Con todos estos inconvenientes, continúan por el Báltico surcando los estrechos de Dinamarca; cuando alcanzan el Banco Dogger o Doggerbank (Este nombre proviene de Dogge, una antigua palabra neerlandesa que corresponde al barco de pesca). El banco Dogger es un gran banco arenoso (acumulación de grava o arena a lo largo de un litoral o en el lecho de un río), situado aproximadamente entre Dinamarca y Noruega, conocido por haber sido escenario de varias batallas navales de la primera guerra mundial y por ser un lugar de escasa profundidad donde la pesca es abundante, especialmente se práctica aquí una conocida como “pesca de arrastre”. Pues bien, los vigías de la flota rusa divisan varias lanchas torpederas japonesas; dan la alarma, se colocan en línea de combate, y disparan al objetivo hasta haberlo neutralizado. Cuál fue su sorpresa cuando descubrieron que en realidad habían bombardeado y hundido la Flota de arrastre británica de Hul, que se encontraba pescando por la zona (se estima que en total hundieron 48 barcos).  Las repercusiones de este acontecimiento, ahora conocido como incidente del Dogger, fueron inmensas. Para empezar, este acto fue la comidilla de la prensa internacional, pero más importante aún fue la reacción del Foreign Office (Ministerio de Relaciones Exteriores y de la Mancomunidad de Naciones) que en consecuencia a las crispadas relaciones entre Gran Bretaña y Rusia estuvo a punto de mandar a la flota británica, la cual se encontraba en las Islas Orcadas, y entrar en una guerra. Debido a esto, las relaciones con Gran Bretaña dejaron de ser positivas, y llegarán a firmar un tratado secreto con Japón en el que se decretaba que los británicos defenderían las costas japonesas si Rusia llegara a poner un pie en Japón. Pero más a corto plazo, y en lo referente a la flota de Rozhestvensky, este incidente fue un motivo de peso para cerrar a la armada el canal de Suez. Además, todos los puertos neutrales fueron puestos sobre aviso británico, dejando claro que no debían dejar desembarcar a la flota rusa. Esto plantea un problema logístico extremo.

Acontecido esto, emprenden dirección sur hacia el Golfo de Vizcaya rodeando la Cornisa Cantábrica, cuando Rozhetsvensky recibe un telegrama donde se especifica que desde el almirantazgo junto con el zar, han estimado que la potencia naval de su flota no es el suficiente y que por ello le enviarán otra flota de refuerzo(una flota compuesta a su vez de barcos viejos y sin un valor ante el problema real al que se enfrentaba Rozhetsvensky). Es entonces que el almirante ordena a la flota escapar a toda máquina de la flota de refuerzo. Prosiguiendo con su viaje, bordea Portugal, y a la altura de Tánger se proponen encomendarse al Mediterráneo con la esperanza de poder pasar por el canal de Suez en una gestión diplomática de última hora. En este punto, uno de los barcos queda enredado en un cable submarino, y el capitán del barco decide cortarlo sin consultarlo con nadie para poder quedar libre. Este cable era el cable de comunicaciones Europeo-Africano y África quedará incomunicada durante 4 días.

Gran Bretaña en este punto profesa un odio profundo hacia esta flota, y evidentemente les niegan el paso por el canal de Suez, por lo que embocan la costa sahariana y prosiguen hasta prácticamente llegar a las Canarias. Allí, uno de los buques más adelantados de la flota (el buque taller) avista a tres naves enemigas. Fijan los objetivos, y les disparan no menos de 300 cañonazos antes de reparar en que se trataban de un barco mercante Sueco, un barco pesquero Alemán y una goleta Francesa.

La flota continuó su periplo, y llegados al trópico, Rozhestvensky resolvió que habían de hacer un alto en el camino durante unos días con el fin de descansar y poner los barcos a punto. El almirante propone unas maniobras para entrenar a la tripulación y las primeras de ellas serán con la artillería principal de los barcos. Decidido esto, pasan una mañana completa disparando a un blanco fijo. Cuando terminada la jornada, el almirante recibe los resultados de las maniobras por medio de una hoja de blancos; el número de aciertos sobre el blanco fijado fue de uno.

No contento con esto, decide llevar a cabo una práctica de torpedos con los destructores. Recordemos ahora la rapidez con la que se había preparado esta flota bajo unos procedimientos y protocolos completamente obsoletos. A causa de esto, los destructores no tenían los libros de códigos actualizados (necesarios para determinar  y fijar la profundidad de la ruta y la dirección de los torpedos) Por lo que únicamente se atreven a realizar una primera práctica lanzando 7 torpedos, de los cuales uno quedó atascado en el lanzatorpedos, dos viraron noventa grados obligando a la flota a maniobrar para evitarlos, dos mantuvieron el rumbo pero no dieron en el blanco y el último de ellos quedó dando vueltas sin control, emergiendo y sumergiéndose en círculos durante diez minutos aterrorizando completamente a la tripulación. Acontecido esto, Rozhestvensky se limitará el resto del trayecto a navegar.

Una vez alcanzadas las inmediaciones del mar chino recibe un telegrama del zar, que le ordena en el mismo mensaje destruir a la flota japonesa y volver a Rusia para ser relevado de su puesto. Este mensaje sumió a Rozhestvensky en una suerte de resignación melancólica, y los entendidos de entonces aseguran que cayó en un estado de parálisis depresiva. El resto es historia, los japoneses obtuvieron una victoria aplastante sobre la flota rusa, y nuestro almirante fue hecho prisionero y devuelto con presteza a las estancias de Rusia, donde no sufrió mayor represalia por parte de sus superiores.

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