LA CARRERA DEL GLORIOSO
Un nombre muy apropiado. Esta época
dorada de la literatura sobre piratería, con obras como la isla del tesoro, nos
remonta al siglo XVIII; más concretamente 1747. Durante la guerra del asiento,
también conocida como “la guerra de la oreja de Jenkins”.
El Glorioso era un navío de línea español (un buque de guerra
de tres palos con aparejo de velas cuadras (velas tropezoidales) y de dos a
tres cubiertas artilladas), que portaba un tesoro traído de América. Por aquel
entonces, países como Gran Bretaña y en su momento Francia se nutrían del
pillaje, y les salía muy rentable establecer redes de espías en diferentes
puertos conocidos. Aunque en este caso hablaré únicamente de los británicos.
Estos aguardarían a que un barco recibiera un gran cargamento y avisarían a la
comandancia, que pondría en juego sus respectivos efectivos. Es por esto que
para cuando parte el Glorioso, ya habrían barcos británicos aguardando en las
Islas Azores su llegada. Esto es porque por aquel entonces no existía un método
para volver a América una vez llegado a Filipinas a causa de las fuertes corrientes
del océano, y el viaje de regreso a la península una vez obtenido lo que se
hubiera ido a buscar solo era posible encomendándose a la ciencia de la
naturaleza, en este caso; a la corriente marina de Kuroshio o Kuro Shivo. Y
aunque por suerte era un método eficaz para acelerar el viaje, no dejaba a los
barcos directamente en el puerto de Cádiz, evidentemente, sino que continuaba
hacia las Islas Azores. Normalmente, los navíos españoles se dejaban arrastrar,
hacían aguas en las islas y aprovechaban para repostar fruta, agua y demás.
Para ser más específicos acerca de este barco, el Glorioso, era un barco de
setenta cañones, para más detalle; un navío de dos puentes muy bien armado.
Este barco fue botado en la Habana en 1740 y estaba capitaneado por Pedro Mesía
de la Cerda. Y su cargamento era de 4.000.000 de pesos en plata. Ahora que nos
lo podemos imaginar con más precisión, reanudamos la acción.
El navío alcanza las Azores, y entre la bruma en un banco de
niebla, desde el Glorioso se avista una formación inglesa. No sabrán cómo está
conformada exactamente hasta que se disipe la niebla. Se trataba de una flota
de diez buques ingleses, de los cuales tres son de guerra. El navío de línea
Warwick de 60 cañones, la fragata Lark de 40 (La
fragata es un buque de guerra concebido para actuar en misiones especializadas
de escolta, guerra naval, antiaérea o antisubmarina, aunque puede disponer de
sistema como de apoyo en
otras misiones) y un bergantín de 20 (una embarcación de dos palos (el mayor y
el trinquete) con bauprés y velas cuadras). Esto probablemente tendría su
razonamiento táctico; pues el barco de línea era un barco potente pero pesado,
la fragata que sería un buque mediano y el bergantín uno veloz y ligero.
Se establece el primer combate, y el primer movimiento lo
hará el bergantín inglés que aprovecharía su tamaño y velocidad frente a un
buque de línea para situarse en su popa, y desde allí barrer sus cubiertas.
Sabemos que esta era la técnica más útil para rendir un barco; pues una bala de
cañón desde popa atraviesa toda la cubierta y la sentina causando unos estragos
que muchas veces llegaban a ser irreparables. Para evitar esto, los tripulantes
del Glorioso trasladan rápidamente cuatro cañones de 18 y 24 libras a la popa e
inician fuego; repeliendo finalmente al bergantín.
El comodoro Crookshanks, el líder de la flota, observa como
el Bergantín ha sido repelido mientras prepara al Warwick para salir en camino
y envía a la fragata con la intención de ganar tiempo y ponerse en línea con el
navío español. La fragata acaba teniendo que retirarse esa noche con graves
daños en el casco y en el aparejo debido a las andanadas del Glorioso. A las 2
de la mañana, el Warwick consigue ponerse en línea con el navío español; y tras una hora
de cañoneo una andanada del Glorioso deja al Warwick sin mástil principal, sin
aparejo, y el barco queda completamente inutilizado. Ante este espectáculo,
prácticamente la flota británica se encontraba en sus manos, pero Mesía
prefiere retirarse y no perder tiempo rematando al buque inglés, abandonando su
objetivo principal.
Continúa su camino hacia España y realiza arreglos y
reparaciones sobre el barco tras la contienda. Estos acontecimientos se
sucedieron a mediados de julio. Para el 14 de agosto ya habrían alcanzado
prácticamente el cabo Finisterre. En estas que el buque español encuentra de
nuevo que salen a su paso una flota británica compuesta por el buque de línea
Oxford de 50 cañones la fragata Shoreham de 24 cañones, y otro bergantín de 20.
Estos le obligan a trabar combate, y tras una hora de cañoneo el Glorioso hace
que los barcos deban escapar. Aunque esta vez, perdió el bauprés. Tras el
combate deciden dirigirse a tierra y a los dos días llegan al puerto de
Corcubión donde ya desembarcan la carga y llevan a cabo unas reparaciones
mínimas con las que mantener la estabilidad del buque y llegar a Cádiz. El
capitán Mesía que se plantea en primera estancia emprender rumbo al Ferrol
deberá optar por continuar hacia Cádiz a causa de las condiciones climáticas.
El 17 de Octubre, durante el viaje a Cádiz, frente a las
costas sureñas de Portugal se encuentra con un grupo de 5 fragatas corsarias
inglesas, apodadas como La Familia Real. Esto porque todos portaban nombres de
la familia real británica. Pues bien, el primero en acercarse al navío español
será la fragata King George, y tras un breve intercambio de disparos queda
fuera de combate. Poco a poco el resto de fragatas aprovechan para aproximarse
paulatinamente al Glorioso para establecer combate contra él. Mientras todo sucede, al norte,
desde el horizonte se puede divisar la llegada de un buque de línea inglés
conocido como Darmouth; de 50 cañones. El galante trata de buscarle la línea de
combate y comienza a disparar al Glorioso, con tan mala suerte que la primera
andanada que recibió hizo blanco en la santabárbara (lugar donde se almacenaba la pólvora en los barcos) y el
navío saltó por los aires, muriendo todos excepto un estimado de 10 o 12
hombres. Tras esto, el resto de fragatas de la flota se retira.
El Glorioso, prácticamente inservible ya, a duras penas trata
de alcanzar Cádiz; cuando el 18 de octubre un nuevo navío de línea inglés sale
al paso. El Russell, con 80 cañones, que se une a las fragatas perseguidoras y
acechan al Glorioso cañoneándolo y rodeándolo. Todavía defenderán el puesto
durante todo ese día y toda la noche. Sin embargo, en la mañana del día 19,
habiéndose quedado sin pólvora y sin municiones, con la tripulación más que
extenuada y estando el barco en un estado tan deplorable; el capitán Mesía
considerando imposible la defensa de la nave la rinde a los ingleses.
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