domingo, 12 de mayo de 2024

Recopilación de episodios históricos legendarios (6/7)

 LA CARRERA DEL GLORIOSO

Un nombre muy apropiado. Esta época dorada de la literatura sobre piratería, con obras como la isla del tesoro, nos remonta al siglo XVIII; más concretamente 1747. Durante la guerra del asiento, también conocida como “la guerra de la oreja de Jenkins”.

El Glorioso era un navío de línea español (un buque de guerra de tres palos con aparejo de velas cuadras (velas tropezoidales) y de dos a tres cubiertas artilladas), que portaba un tesoro traído de América. Por aquel entonces, países como Gran Bretaña y en su momento Francia se nutrían del pillaje, y les salía muy rentable establecer redes de espías en diferentes puertos conocidos. Aunque en este caso hablaré únicamente de los británicos. Estos aguardarían a que un barco recibiera un gran cargamento y avisarían a la comandancia, que pondría en juego sus respectivos efectivos. Es por esto que para cuando parte el Glorioso, ya habrían barcos británicos aguardando en las Islas Azores su llegada. Esto es porque por aquel entonces no existía un método para volver a América una vez llegado a Filipinas a causa de las fuertes corrientes del océano, y el viaje de regreso a la península una vez obtenido lo que se hubiera ido a buscar solo era posible encomendándose a la ciencia de la naturaleza, en este caso; a la corriente marina de Kuroshio o Kuro Shivo. Y aunque por suerte era un método eficaz para acelerar el viaje, no dejaba a los barcos directamente en el puerto de Cádiz, evidentemente, sino que continuaba hacia las Islas Azores. Normalmente, los navíos españoles se dejaban arrastrar, hacían aguas en las islas y aprovechaban para repostar fruta, agua y demás. Para ser más específicos acerca de este barco, el Glorioso, era un barco de setenta cañones, para más detalle; un navío de dos puentes muy bien armado. Este barco fue botado en la Habana en 1740 y estaba capitaneado por Pedro Mesía de la Cerda. Y su cargamento era de 4.000.000 de pesos en plata. Ahora que nos lo podemos imaginar con más precisión, reanudamos la acción.

El navío alcanza las Azores, y entre la bruma en un banco de niebla, desde el Glorioso se avista una formación inglesa. No sabrán cómo está conformada exactamente hasta que se disipe la niebla. Se trataba de una flota de diez buques ingleses, de los cuales tres son de guerra. El navío de línea Warwick de 60 cañones, la fragata Lark de 40 (La fragata es un buque de guerra concebido para actuar en misiones especializadas de escolta, guerra naval, antiaérea o antisubmarina, aunque puede disponer de sistema como de apoyo en otras misiones) y un bergantín de 20 (una embarcación de dos palos (el mayor y el trinquete) con bauprés y velas cuadras). Esto probablemente tendría su razonamiento táctico; pues el barco de línea era un barco potente pero pesado, la fragata que sería un buque mediano y el bergantín uno veloz y ligero.

Se establece el primer combate, y el primer movimiento lo hará el bergantín inglés que aprovecharía su tamaño y velocidad frente a un buque de línea para situarse en su popa, y desde allí barrer sus cubiertas. Sabemos que esta era la técnica más útil para rendir un barco; pues una bala de cañón desde popa atraviesa toda la cubierta y la sentina causando unos estragos que muchas veces llegaban a ser irreparables. Para evitar esto, los tripulantes del Glorioso trasladan rápidamente cuatro cañones de 18 y 24 libras a la popa e inician fuego; repeliendo finalmente al bergantín.

El comodoro Crookshanks, el líder de la flota, observa como el Bergantín ha sido repelido mientras prepara al Warwick para salir en camino y envía a la fragata con la intención de ganar tiempo y ponerse en línea con el navío español. La fragata acaba teniendo que retirarse esa noche con graves daños en el casco y en el aparejo debido a las andanadas del Glorioso. A las 2 de la mañana, el Warwick consigue ponerse en línea con el navío español; y tras una hora de cañoneo una andanada del Glorioso deja al Warwick sin mástil principal, sin aparejo, y el barco queda completamente inutilizado. Ante este espectáculo, prácticamente la flota británica se encontraba en sus manos, pero Mesía prefiere retirarse y no perder tiempo rematando al buque inglés, abandonando su objetivo principal.

Continúa su camino hacia España y realiza arreglos y reparaciones sobre el barco tras la contienda. Estos acontecimientos se sucedieron a mediados de julio. Para el 14 de agosto ya habrían alcanzado prácticamente el cabo Finisterre. En estas que el buque español encuentra de nuevo que salen a su paso una flota británica compuesta por el buque de línea Oxford de 50 cañones la fragata Shoreham de 24 cañones, y otro bergantín de 20. Estos le obligan a trabar combate, y tras una hora de cañoneo el Glorioso hace que los barcos deban escapar. Aunque esta vez, perdió el bauprés. Tras el combate deciden dirigirse a tierra y a los dos días llegan al puerto de Corcubión donde ya desembarcan la carga y llevan a cabo unas reparaciones mínimas con las que mantener la estabilidad del buque y llegar a Cádiz. El capitán Mesía que se plantea en primera estancia emprender rumbo al Ferrol deberá optar por continuar hacia Cádiz a causa de las condiciones climáticas.

El 17 de Octubre, durante el viaje a Cádiz, frente a las costas sureñas de Portugal se encuentra con un grupo de 5 fragatas corsarias inglesas, apodadas como La Familia Real. Esto porque todos portaban nombres de la familia real británica. Pues bien, el primero en acercarse al navío español será la fragata King George, y tras un breve intercambio de disparos queda fuera de combate. Poco a poco el resto de fragatas aprovechan para aproximarse paulatinamente al Glorioso para establecer combate contra él. Mientras todo sucede, al norte, desde el horizonte se puede divisar la llegada de un buque de línea inglés conocido como Darmouth; de 50 cañones. El galante trata de buscarle la línea de combate y comienza a disparar al Glorioso, con tan mala suerte que la primera andanada que recibió hizo blanco en la santabárbara (lugar donde  se almacenaba la pólvora en los barcos) y el navío saltó por los aires, muriendo todos excepto un estimado de 10 o 12 hombres. Tras esto, el resto de fragatas de la flota se retira.

El Glorioso, prácticamente inservible ya, a duras penas trata de alcanzar Cádiz; cuando el 18 de octubre un nuevo navío de línea inglés sale al paso. El Russell, con 80 cañones, que se une a las fragatas perseguidoras y acechan al Glorioso cañoneándolo y rodeándolo. Todavía defenderán el puesto durante todo ese día y toda la noche. Sin embargo, en la mañana del día 19, habiéndose quedado sin pólvora y sin municiones, con la tripulación más que extenuada y estando el barco en un estado tan deplorable; el capitán Mesía considerando imposible la defensa de la nave la rinde a los ingleses.

Éstos, sorprendidos por la fiereza de la nave, remolcan lo que queda del Glorioso hasta Lisboa; donde una inspección les asegura que el barco no podría entrar en el catálogo de la Marina Real británica. El capitán Mesía y la tripulación fueron trasladados a Londres donde fueron tratados con mucho respeto y admiración. Por su parte, tras el incidente de las Azores, el comodoro Crookshanks se enfrentó a un consejo de guerra que lo expulsó de la Royal Navy. Un detalle a tener en cuenta, es que para que un barco de estas cualidades se pudiera permitir rendirse, debían de haber sufrido un número de bajas superior al 50% y encontrarse en una situación apocalíptica prácticamente; pues si se rendían deliberadamente, así como Crookshanks podrían haber sufrido un consejo de guerra.

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