jueves, 15 de mayo de 2025

Recopilación de episodios históricos legendarios (7/7)

 

Histocast –SXVIII- CAGADAS NAVALES

Curiosidades: Hay más de mil barcos naufragados en el Cabo de Hornos. La costumbre de ponerse un pendiente en la oreja (por aquel entonces) era un símbolo de que habías cruzado el Cabo de Hornos; cuantos más llevara la persona, más veces lo habría cruzado (solo así se te consideraba un “marinero”). Costas de Rusia: Mar Negro (controlado por Turquía) Mar Báltico (controlado por Dinamarca) y el Pacífico (el puerto de Vladivostok es un puerto de verano)

VICEALMIRANTE ROZHESTVENSKY

CONTEXTO: GUERRA RUSO-JAPONESA (1904-1905)

Todo esto se fragua durante el comienzo de la guerra Ruso-japonesa; más concretamente en la guerra del mar Amarillo, en 1904. Los japoneses en un ataque por sorpresa han tomado Port Artur, el actual Lushunkou, y han ejercido un bloqueo a los rusos. La importancia de esta actuación es mayúscula porque justo en las aguas de este puerto se encuentra la Flota rusa del Pacífico (una flota no muy grande pero eficaz). El zar Alejandro Romanov, ante esto, decide mandar a toda la artillería rusa del Báltico con la orden de ofrecer apoyo y deshacer el bloqueo (una flota no más moderna que la del Pacífico) y estos bajo la directriz del Almirante Rozhestvensky ponen marcha a un viaje que les llevará a recorrer unas aproximadas 20.000 millas (unos 32186 kilómetros)

El Almirante Rozhestvensky tenía buena fama entre los oficiales rusos; era apodado perro loco debido a su dureza para con los hombres bajo su mando. Aun así, pese a la capacidad aparente de este personaje, la flota del Báltico estaba prácticamente situada de forma estratégica y fue cuando se recibió la orden que las operaciones militares fueron reanudadas por esta célula. Otros problemas relacionados con esto fueron: la baja moral de los hombres (el ejército ruso no pasaba por el mejor de sus momentos, esto se hará inmanente durante el próximo declive del imperio Ruso)y el pobre entrenamiento (no formaban parte de un equipo del que se supusiese que iba a entrar a la acción). Pese a todo, la flota emprende su marcha desde el Báltico. Comienzan los problemas.

Los barcos, al tener que emprender un viaje que en principio sin ser tan largo como acabó siendo, ya era largo de por sí; iban cargados de carbón. Esto sobrecargaba extraordinariamente estos rudimentarios barcos, y para evitar zozobrar tuvieron que deshacerse de toda la artillería media (piezas de 100, 120 mm) quedándose únicamente con la artillería principal. Y a pesar de esto, era el peso de los barcos tan grande, que Rozhestvensky tuvo que prohibir que se enarbolara cualquier clase de bandera en el mástil principal (salvo las justas y necesarias) por miedo a que el viento hiciera peligrar al navío. Con todos estos inconvenientes, continúan por el Báltico surcando los estrechos de Dinamarca; cuando alcanzan el Banco Dogger o Doggerbank (Este nombre proviene de Dogge, una antigua palabra neerlandesa que corresponde al barco de pesca). El banco Dogger es un gran banco arenoso (acumulación de grava o arena a lo largo de un litoral o en el lecho de un río), situado aproximadamente entre Dinamarca y Noruega, conocido por haber sido escenario de varias batallas navales de la primera guerra mundial y por ser un lugar de escasa profundidad donde la pesca es abundante, especialmente se práctica aquí una conocida como “pesca de arrastre”. Pues bien, los vigías de la flota rusa divisan varias lanchas torpederas japonesas; dan la alarma, se colocan en línea de combate, y disparan al objetivo hasta haberlo neutralizado. Cuál fue su sorpresa cuando descubrieron que en realidad habían bombardeado y hundido la Flota de arrastre británica de Hul, que se encontraba pescando por la zona (se estima que en total hundieron 48 barcos).  Las repercusiones de este acontecimiento, ahora conocido como incidente del Dogger, fueron inmensas. Para empezar, este acto fue la comidilla de la prensa internacional, pero más importante aún fue la reacción del Foreign Office (Ministerio de Relaciones Exteriores y de la Mancomunidad de Naciones) que en consecuencia a las crispadas relaciones entre Gran Bretaña y Rusia estuvo a punto de mandar a la flota británica, la cual se encontraba en las Islas Orcadas, y entrar en una guerra. Debido a esto, las relaciones con Gran Bretaña dejaron de ser positivas, y llegarán a firmar un tratado secreto con Japón en el que se decretaba que los británicos defenderían las costas japonesas si Rusia llegara a poner un pie en Japón. Pero más a corto plazo, y en lo referente a la flota de Rozhestvensky, este incidente fue un motivo de peso para cerrar a la armada el canal de Suez. Además, todos los puertos neutrales fueron puestos sobre aviso británico, dejando claro que no debían dejar desembarcar a la flota rusa. Esto plantea un problema logístico extremo.

Acontecido esto, emprenden dirección sur hacia el Golfo de Vizcaya rodeando la Cornisa Cantábrica, cuando Rozhetsvensky recibe un telegrama donde se especifica que desde el almirantazgo junto con el zar, han estimado que la potencia naval de su flota no es el suficiente y que por ello le enviarán otra flota de refuerzo(una flota compuesta a su vez de barcos viejos y sin un valor ante el problema real al que se enfrentaba Rozhetsvensky). Es entonces que el almirante ordena a la flota escapar a toda máquina de la flota de refuerzo. Prosiguiendo con su viaje, bordea Portugal, y a la altura de Tánger se proponen encomendarse al Mediterráneo con la esperanza de poder pasar por el canal de Suez en una gestión diplomática de última hora. En este punto, uno de los barcos queda enredado en un cable submarino, y el capitán del barco decide cortarlo sin consultarlo con nadie para poder quedar libre. Este cable era el cable de comunicaciones Europeo-Africano y África quedará incomunicada durante 4 días.

Gran Bretaña en este punto profesa un odio profundo hacia esta flota, y evidentemente les niegan el paso por el canal de Suez, por lo que embocan la costa sahariana y prosiguen hasta prácticamente llegar a las Canarias. Allí, uno de los buques más adelantados de la flota (el buque taller) avista a tres naves enemigas. Fijan los objetivos, y les disparan no menos de 300 cañonazos antes de reparar en que se trataban de un barco mercante Sueco, un barco pesquero Alemán y una goleta Francesa.

La flota continuó su periplo, y llegados al trópico, Rozhestvensky resolvió que habían de hacer un alto en el camino durante unos días con el fin de descansar y poner los barcos a punto. El almirante propone unas maniobras para entrenar a la tripulación y las primeras de ellas serán con la artillería principal de los barcos. Decidido esto, pasan una mañana completa disparando a un blanco fijo. Cuando terminada la jornada, el almirante recibe los resultados de las maniobras por medio de una hoja de blancos; el número de aciertos sobre el blanco fijado fue de uno.

No contento con esto, decide llevar a cabo una práctica de torpedos con los destructores. Recordemos ahora la rapidez con la que se había preparado esta flota bajo unos procedimientos y protocolos completamente obsoletos. A causa de esto, los destructores no tenían los libros de códigos actualizados (necesarios para determinar  y fijar la profundidad de la ruta y la dirección de los torpedos) Por lo que únicamente se atreven a realizar una primera práctica lanzando 7 torpedos, de los cuales uno quedó atascado en el lanzatorpedos, dos viraron noventa grados obligando a la flota a maniobrar para evitarlos, dos mantuvieron el rumbo pero no dieron en el blanco y el último de ellos quedó dando vueltas sin control, emergiendo y sumergiéndose en círculos durante diez minutos aterrorizando completamente a la tripulación. Acontecido esto, Rozhestvensky se limitará el resto del trayecto a navegar.

Una vez alcanzadas las inmediaciones del mar chino recibe un telegrama del zar, que le ordena en el mismo mensaje destruir a la flota japonesa y volver a Rusia para ser relevado de su puesto. Este mensaje sumió a Rozhestvensky en una suerte de resignación melancólica, y los entendidos de entonces aseguran que cayó en un estado de parálisis depresiva. El resto es historia, los japoneses obtuvieron una victoria aplastante sobre la flota rusa, y nuestro almirante fue hecho prisionero y devuelto con presteza a las estancias de Rusia, donde no sufrió mayor represalia por parte de sus superiores.

Tres microrrelatos

 

POLÍTICO CORRUPTO

Tenía dieciséis años cuando mi padre fue ajusticiado por unos gitanos del barrio. Su crimen: vivir en un edificio obrero, de protección oficial, en el que se había instalado una familia rival. La policía nos dijo que no pudieron encontrar las armas con las que se había cometido el crimen, y que al no haber testigos, desgraciadamente no podrían aseverar quien fue el culpable (y evidentemente, tampoco condenarlo). Solo ahora sé que el jefe del clan mantenía una estrecha relación con el alcalde de mi ciudad, el comisario jefe, y en resumen: personas muy poderosas. Sin embargo, aunque hubiera un sueldo menos en casa, mi madre pudo aprovechar nuestra situación desfavorable para hacerse con prestaciones sociales que me permitieran continuar con mis estudios. Mi diligencia y esfuerzo me otorgó la posibilidad de estudiar becado y titularme con honores en la facultad de derecho más importante de mi localidad y una de las más importantes del país.  No había pasado desapercibido, y fui invitado a formar parte de un partido político tradicional. Finalmente obtuve un puesto importante en el consistorio, y tras años de intrigas fui elegido secretario general. A día de hoy, los últimos sondeos indican con gran seguridad que me convertiré en el presidente electo en las próximas elecciones.

Muchos pudieran pensar, que se habrá hecho justicia, pero no; eso no es justicia. Solo cuando por medio de mis numerosos contactos consiga recalificar los terrenos de aquel barrio como terrenos inhabitables, derribe aquella amalgama de edificios cancerígenos de hormigón en el que juegan sus hijos, felices, y consiga hacer realidad este proyecto de cementerio de residuos nucleares que ha llegado esta mañana a la mesa de mi despacho; solo entonces se habrá hecho justicia.

LIMPIADORA POBRE

Llevaba años sin hablar con su marido.

Lloraba frente al sepulto amado, solitaria, acompañada de unos niños, mientras un sol de oriente proyectaba sus sombras a lo largo de las jaspeadas losas del cementerio en el que yacía tan querida pareja. Trabajó Inocencia como limpiadora toda su vida. En casa de sus padres, en una fábrica, y en casa de su marido por última vez. Siempre dispuesta a dar lo mejor de sí, era una de esas personas optimistas por naturaleza, y poco apegada al lujo; afortunadamente, porque nunca tuvo mucho.

El féretro negro de su amante reflejaba unas ásperas manos pecosas, manchadas de marrón por la vejez, por el tiempo. Llevaba años sin hablar con su marido, pero tuvo que hacerlo, porque solo con su dinero podría permitirse enterrar a aquella persona a la que tanto amo, y por el cual lo había abandonado.

MUJER DE NEGOCIOS

Unas manos de bebé espectral rozaban el dobladillo de sus pantalones empresariales, de tejido granulado y de corte recto, cuando terminaba de subir el último escalón que conducía al pasadizo para subir a aquel avión con destino Canarias. Un escalofrío recorrió su espalda por el aire acondicionado, pero decidió no darle más importancia de la habitual y se sentó. Su asiento acomodado de primera clase: reclinable, con pantalla propia individual, y una carta del servicio del avión era todo en lo que quería pensar en ese viaje. Había regresado a casa, y de ella se marchaba una vez más. Esta vez había ido a visitar a su familia. Reunidos en casa de sus padres: su hermana, sus dos sobrinos, su cuñado, su hermano y su cuñada, con un hijo en camino. Tres anillos habían recorrido su dedo anular; y tan fácil como entraron, salieron. Eso no era para ella: Esa comodidad… esa vulgar comodidad, ese conformismo… ese conformismo estúpido, ese…

El avión interrumpiéndola, comenzó a vibrar, despegaba.

Y una lágrima surcaba sus mejillas.

Sobre el amor y la felicidad

 

Iba caminando Quino por las frías calles de Albacete pensando en ella, aparecen el hijo de Carpanta y Dios.

Quino – Bien hallados seáis.

Hijo de Carpanta - ¿A qué esos anacronismos?

Dios – Mira quien fue a hablar. Se supone que esas son mis labores (lo de hablar raro).

Q – Lo siento amigos, tenéis razón. Es que ando como perdido. El hablar me sale en verso. Mis silencios son eternos, aunque de vez en cuando los rompo en un interminable discurso. En un problema estoy.

H – No he entendido nada.

D -  Soy omnisapiente, y yo tampoco.

Q – No sé qué me pasa. Bueno, que hace tiempo que suspiro por una mujer a la que amo. Se me aparece en sueños. Todo me recuerda a ella. Mi muy querida… como la echo de menos.

H – Que sufres mal de amores ¿No?

D – Eso he entendido yo.

Q -  ¡Sí! ¡Y de los peores!

H - ¿A qué es de los peores?

Q – No hay nada que no me haga volver a un dulce recuerdo suyo que se torna amargo. Como la idea de Bien supremo, aglutina todos los saberes; sea el bien supremo ella y todos los saberes el resto de mis fracasos amorosos. No importa cuando, donde, ni que esté haciendo. Mi mente es capaz de hilvanar la respiración a su recuerdo.

H – Mira que eres, poeta, gran adulador y exagerado tremebundo. Pero a ver, quien es ella que tan profundo te hace suspirar y quien tanta desgracia te está trayendo.

Q – Se llama como lo que ansía el político. Sus ojos son de un castaño primoroso, adelantados en la concupiscencia. Y que boca ¡Señor!

D - ¿Si?

Q – No, no. Estaba jurando. Quería decir que es de cualidad divina. Su voz es la de los ángeles.

D - ¿Cuál de todos?

H – Como le detengas por cada metáfora católico-cristiana me parece que vamos a tener conversación para rato.

Q – En fin, que es la viva imagen de la belleza. Y de una sapiencia extraordinaria. Elegante, sutil y majestuosa es ella. Nunca había conocido a nadie así.

H – Suena a la más hermosa de las mujeres para ti. Claro que la belleza no es una propiedad cuantitativa ¿No tendrás una foto suya?

Q - ¡No quiero un solo dispositivo si no puedo utilizarlo para verla! ¡Me niego!

D – Este muchacho esta prendado.

H – Y que lo digas. A propósito, que me ha parecido entender que no estás hablando con ella ¿A qué se debe si por ella bebes los vientos?

Q - ¡Oh cruel destino! La fortuna ha tenido por bien apartarla de mi lado, pero no solo su cuerpo: sino su corazón ¡Qué gran discusión, que bellísima trifulca! Luchamos cara a cara (Bueno, a través del teléfono) Usando nuestro amor como espadas y tratando de arrebatarnos el título de amante a regañadientes. Quiso el hado que acabara en agua de borrajas. Que la ventisca y la tortuosa tormenta hiciese zozobrar las embarcaciones de nuestra alma y acabase hundiéndose el amor, nuestro tesoro más preciado, y me temo que con el también mi compungido corazón…

D - ¿Seguimos hablando de una mujer?

H – Que lastima. Estas cosas pasan. Son naturales y, dentro de lo que cabe, estudiables ¡Anímate! La nostalgia juega a tu favor, y si tan bellas fueron vuestras experiencias y lo que en pareja vivisteis ten por seguro que el futuro, una vez sanes, te regalara el idilio de tu amor. Tan prodigiosa es la memoria humana.

D – De nada.

Q – Me temo que no sea así.

H - ¿A qué se debe?

Q – A que nunca fuimos pareja.

D – Arrea…

H – Dios, no te adelantes, deja que se explique el muchacho.

Q – Así os digo. El mayor dolor de su amor es nunca haberlo tenido.

H – Pero ¿No os debatíais en una encarnizada pelea de boxeo-?

D – De espadas en un barco pesquero.

H – Si, eso, buscando un tesoro. En fin, lo que quiero decir en definitiva ¿Cómo es que disputabais el puesto de amante si ella no te ama? ¿No sería más bien el de amado?

Q – Que poco entiendes, hijo de Carpanta, del amor ¡La amistad es un paso previo a la pareja en el que, como dos judocas, el tori zarandea al uke para comprobar su resistencia y perfilar sus mejores técnicas a la vez!

H – De verdad, que no le entiendo

Q - ¡Una forma de saber si al que amas es apto de tu amor, Jesús!

D - ¿Qué ocurre?

Q – Sera posible…

H – Si me permites examinar esto con vosotros, quizá podamos entender lo que está pasando y darle solución. Para encaminar el asunto, creo que primero deberíamos entender que es amar ¿Propuestas?

D – Yo amo a todos incondicionalmente, menos a los que en vida no me amaron. Los bebés no cuentan.

Q – El amor, es decir, amar y ser amado, es lo mejor que te pasará en el mundo.

H - ¿A qué entonces, estos paseos intempestivos en los que al primer encontronazo te manejas como una amalgama de nervios?

D – Muy bien no se te ve, no.

Q - ¡No lo entendéis! ¡El amor es sufrimiento!

D – Que me lo digan a mí, o sea a mi hijo, o sea a mí.

H - ¿Pero no es lo mejor que te pasará en el mundo?

Q - ¡Eso es! ¡Por eso se sufre por él! Nada hay bueno en este mundo que no se consiga con esfuerzo y algo de sufrimiento. Trabajamos para obtener dinero y comprar lo más valioso para el hombre: el tiempo. Así sucede con el amor. Manchas tus manos libidinosas y tu lesionada espalda en la áspera tierra para finalmente (y con suerte) recoger el fruto del tiempo y el trabajo. La flor. Este amor ¡Es verdaderamente hermoso! Un sufrimiento recompensado.

H - ¿Y cuando no es recompensado?

Q – Entonces pasa como el fruto inmaduro y reconcomido, que amarga la cosecha y los ánimos. Así es mi amor frustrado ¡Ay, mi niña! ¿Estarás pensando en mí como yo en ti? ¿Vivirás en un bucle laberíntico cuya salida es mi retorno? ¿Te acuerdas siquiera de mí?

D - ¡Descuida! ¡Seguro que sí! ¡No sufras hijo mío!

H – Un momento, par de dos. Permitidme continuar con la investigación

Q - ¿Y a el que le pasa?

D – Ayer leyó el Fedro

H - ¡Si me permitís! Voy a hacer una ligera variación en tu enunciado, Quino. El amor es lo mejor que te “puede” pasar. Pero yo me pregunto: Algo que en su naturaleza puede ser bueno y malo ¿Será el bien supremo? Ya no esto ¿Será lo mejor que te pasará en el mundo? Sigamos tu ejemplo. Trabajas, consigues dinero para comprar tiempo ¿Para qué? ¿Para dedicarlo a tus asuntos, ya sean solo para ti o para los demás, cierto?

Q – Cierto

D – Siempre fui de darme a los demás.

H - ¿Y para que querrías esto? ¿Es que obtienes amor al obtener tiempo?

Q – No tiene por qué, pero en algunos casos así es.

H – Pongamos uno de esos casos con el fin de poder entender mejor el amor ¿Qué se obtiene de él?

Q – Es evidente ¡Todo!

H - ¿Y para que querrías “todo”? ¿”Todo” no engloba lo bueno y lo malo?

Q – Supongo que sí

H – Vale. Hemos progresado un poco. El amor es todo lo bueno y todo lo malo que te “puede” pasar en la vida ¿Estamos de acuerdo?

Q – Creo que sí

H – Pero contrapongamos esta idea con la realidad. Pongamos el caso de un deportista. Un atleta. El entrena para correr mejor, y así hacerse mejor ¿No?

Q – Así es

H – El ser mejor le hace mejor corredor. O sea, es un corredor bueno. Es bueno ser de esta condición para el físico. Es un bien, entonces. Y el bien, es bueno.

Q – Así me parece.

H – Luego ¿Amar te hace buen corredor?

Q – No directamente, pero una motivación como el amor puede hacerte, sin llegar a ser excelente por su causa, un mejor deportista.

D – A mí me hizo morir, o sea matar a mi hijo, o sea morir.

H – Espléndido, te lo doy. Pongamos entonces el trabajo que desempeña un piloto de caza. Requiere de un entrenamiento indudablemente riguroso y de una sapiencia extraordinaria. Probemos con el nuestra pócima del amor. Ser de este intelecto, es bueno, luego es un bien. Ser capaz, por tanto, de pilotar un caza, es bueno ¿Amar te hace buen piloto de caza?

Q – Claro que no

H - ¿Puede ser entonces que estuviéramos errados y que el amor no sea todo lo bueno, sino algunas cosas buenas y todo lo malo?

Q - ¡Eso no tiene sentido!

D – También lo creo, no sé a dónde quieres llegar.

H – Bien, bien. No habléis como si yo lo supiera todo, por Dios santo.

D - ¿Tú también?

H – Examinemos los mismos casos. Un corredor que se prepara mal, no entrena y no es habilidoso, es malo ¿No?

Q – Ciertamente.

H - ¿Será mal corredor aquel que ame?

Q – No necesariamente.

H - ¿Peor piloto de caza?

Q – Tampoco.

H - ¿Peor pescador, mecánico, fontanero, electricista?

Q – Claro que no.

H – Pero hemos aclarado que te puede hacer desgraciado como es tu caso, querido Quino. O como le pasó a Dios cuando lo crucificaron. Sin duda ser desgraciado es algo malo ¿Puede ser que tengamos una nueva frase?

El amor son algunas cosas buenas y malas que te pueden pasar en la vida.

Q - ¿Qué es esto? ¿Por qué me siento como liberada el alma?

H – Ya sabemos, según nuestro razonamiento, que el amar es profesar amor, y que el amor son algunas cosas buenas y malas que te pueden pasar en la vida. Valdría la pena preguntarse si sirve de algo tan artificioso valor.

Q – Claro, estaría bien.

H – Volvamos al dinero por el tiempo y para el amor.  O a las manos que recogen el fruto del amor ¿Por qué alguien se arriesgaría a luchar por algo que tiene cosas buenas y/o malas, y que no parecen ser lo suficientemente valiosas como para presentarse como un fin en si mismo?

D – Yo ya sé la respuesta.

H – Gracias, pero no interrumpas amigo ¿Qué podría ser? Debe ser algo grandioso ¿Y de este bien provendrán otras cosas? ¿Así hasta el infinito? ¿Verdad que hasta hace un segundo concebíamos el amor como cénit? ¿Cómo todo lo que hay, bueno y malo?

Q – Así es.

H - ¿De qué cosas podríamos hablar equiparables a este concepto que ya hemos retocado con nuestra investigación? ¿O acaso nos ha parecido conveniente darle esta supina importancia y credibilidad al amor porque estamos poseídos por él?

D – Quino desde luego sí.

Q – No parece, aunque yo quizá.

H – Pero, un segundo ¿Y si en tu locura hubiera cierta lucidez? ¿Y si verdaderamente el amor fuera lo mejor que te pasará en el mundo?

Q – Ya quedó claro que no.

D – Eso iba a decir.

H – Examinemos la cuestión. Se trabaja para ganar dinero, o sea, por un bien para comprar tiempo; necesariamente un bien mejor, porque nadie intercambiaría un bien mejor por uno peor para producirse beneficio. Este tiempo, entonces, se emplea en el amor; un bien mayor que puede ser malo. Pero esto no acaba aquí.

Q - ¿Ah, no?

H – Tú me lo dirás, Quino ¿Cómo te sentirías si aquella bella mujer te amase como tú a ella?

Q – Feliz, sereno, completo.

H - ¿Puede ser, entonces, que el amor sea un bien que aspiramos a intercambiar por la felicidad, un bien mejor?

Q – Me cuadra.

D – Yo ya sabía la respuesta, pero hare como que os he seguido hasta aquí.

H – Hagamos sumario, pues: el amor es algo bueno y malo que te puede pasar en la vida, y que sirve para ser feliz ¿Conformes?

Q – Conforme.

D – Ídem.

H - ¿Y se puede amar solo a las personas?

Q – No lo sé.

H – Yo sospecho que si el amor sirve para ser feliz, todo aquello que nos acerque a la felicidad y de paso nos la otorgue tenga la capacidad de ser amado ¿No es entonces, Quino, mi querido amigo, una estupidez preocuparse por no poder ser feliz por algo o alguien a quien amas, cuando hay tantas maneras de ser feliz como cosas y personas hay en el mundo? ¿No debería ser en cualquier caso tu preocupación última ser feliz?

Q – Es posible.

D – Si sirve de algo te digo que sí.

H – Ea. Y si el cultivo de una planta puede germinar mal o bien, una bebida nos puede sentar mal o bien, un trabajo nos puede retribuir mejor o peor ¿No sería lógico instruirse en la ciencia que nos enseñe como hacer que estos procesos tiendan al bien, con el fin de alcanzar la felicidad, el bien último, cuanto antes? ¿No poseerás tu por casualidad esta ciencia, no, poeta?

Q – Ojalá

H – ¿Dios?

D – No soy tan omnisapiente.

H – Una lástima. Podríamos examinar esto más, pero en nada canta el gallo.

D – Vivimos en Albacete…

H – Retirémonos ahora que nuestra mente está satisfecha.

Q – Yo aún la amo, aunque ahora me preocupa más cual será esta dichosa ciencia ¡Descansad amigos!

D – Me vuelvo a los cielos.

H- Genial, y yo me vuelvo solo.

Renovación de votos

 Bienvenidos a un nuevo ciclo de literatura ¡Vamos a ver como se da! 

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